Tiempo, maíz, memoria: ciclos que comparten las plantas de mazorca, pero también todas las personas. Un poema por Jorge Olivera.
Ciclo del taco y del plantío
el cielo nos envuelve:
sí, nos enrolla,
y todo gira
y todo vuelve: somos alimento,
somos el maíz de un dios desconsolado.
si el hormiguero bien colmena puede ser, ¿por qué nosotros una mazorca no también? nos erguimos, mas solo pa’ caer; igual vivimos apretados, unos contra otros, y hasta nos inventamos nuestro sol: el calor humano. nuestras tierras adoramos, y ahí, firmes nos paramos hasta que alguien nos recoge:
rompe el tallo una mano.
¿el dios que nos cultiva, también como el granjero, arranca nuestra vida?
esas plegarias, ese balbuceo incesante, ¿no son ecos de tractores y sus hartas maquinarias que presagian, como el tiempo, una muerte prefechada?
¿de dónde venimos —se preguntan las mazorcas— por qué toda esta tierra, para qué tanta falsa armonía? —se preguntan, pa’ acabar en taco que tan prestos devoramos
¿no es igual nuestro destino, cuando la tierra igual de presta, nuestros cuerpos siempre encierra?
tantas leyendas escondemos en los tacos, sin saber que nuestra vida,
—la del mexicano—
sucede en similares platos:
el dios serpiente, la leyenda cuenta,
hormiga fue, para el maíz a flor traer;
dicen que el dios de dioses (hablo de Yahvé) por las aguas caminó,
incluso que hombre fue:
díganme si acaso diferencias hay entre la mazorca y sus granos que hechos taco devoramos o el cielo que nos echa cual semilla para luego hacer lo mismo
mientras todo gira y todo vuelve:
somos alimento,
somos el maíz de un dios desconsolado.
No se contratan niños sin manos
Ninguna barba es bonita si la miras con detalle
De maternidades y venenos: Louise Bourgeois
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