Esta es una carta de renuncia. La escribe Raquel Guerrero. La puede firmar cualquiera. Sirva para los efectos conducentes a los que haya lugar.
A quien corresponda
1 de julio de 2021
A quien corresponda:
Por medio de la presente hago de su conocimiento mi renuncia al puesto de musa que durante años ejercí en la espera de conferirle significado a mi propia experiencia espiritual. Los motivos de mi renuncia los esclarezco para evitar malentendidos.
Verá, como mujer, durante años he pertenecido al altar de las deidades, al yugo de los hombres, responsables de convertir un ser vivo en estatua. He sido adorada y venerada. A veces por las razones incorrectas: una faja asfixiante, dietas extenuadoras, una cintura de avispa, el color en mis mejillas y la cubierta de maquillaje que tapa las manchas arbitrarias que adornan mi piel. Me convertí en un falso espejo que refleja a la mujer estatua, fija en una galería dónde la vida transcurre. Si irradio belleza estoy en la galería principal. Me fijan como un ideal. Me observan. Admiración masculina. He aspirado el incienso de los devotos que encuentran pureza en mis ojos.
Cuando intento respirar, me convierto en prostituta, en un reflejo de lo impuro, de lo que no debe existir, lo que no se admira en galerías ni edifica monumentos.
Es por tanto que renuncio. Me convierto en lo que soy: mujer, artista, escritora. Bailarina en polainas. Rechazo falsas imágenes. Descubro mi sexo. Pongo mis condiciones. Desenmascaro mis múltiples maneras. Suelto la faja y el maquillaje. Respiro.
Dejo de ser, sin disposición para capacitar a otra mujer, sin disposición a recomendar quien me reemplace. Nunca más.
Atentamente,
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