La obra de Sor Juana se mantiene intacta aún siglos después de su aparición. Sus sonetos, más allá de lo literario, se mantienen vigentes, ¿por qué? Katia Rivera realiza un análisis breve de su obra fundamental.
Revolución Sor Juana
Sor Juana Inés de la Cruz no necesita de una rigurosa presentación porque es conocida por todos y porque es considerada como la piedra angular de la literatura novohispana. Sin embargo, nunca esta de más recordar en qué circunstancias se desenvolvió con tal de comprender y dudar de las razones de sus escritos. Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana fue una religiosa perteneciente a la Orden de San Jerónimo, que destacó por su extenso conocimiento en las ciencias y las artes, pero sobre todo por su habilidad para la composición literaria. Perteneció a la última mitad del siglo XVII y fue testigo del reconocimiento que fue puesto en su obra, a pesar de morir a los 43 años de edad. Tanto su enigmática persona como su legado literario siguen y seguirán siendo objeto de estudio, pues sus diversas lecturas nunca encontrarán un fin.
En esta ocasión escribiré mis observaciones acerca de una selección de sonetos escritos por Sor Juana Inés que circundan los mismos temas: la belleza y el entendimiento, siendo la belleza aquella caracterización agradable de la superficie, ya sea de las personas o de los objetos; y el entendimiento como todo aquel rasgo de sabiduría e inteligencia que no puede ser palpable. Quiero especular sobre la visión particular que compartía la poetisa con respecto a dichos temas, los cuales señalaba de manera reiterativa en los textos posteriormente citados.
En primer lugar se encuentra el soneto 145: «Procura desmentir los elogios que a un retrato de la Poetisa inscribió la verdad, que llama pasión». En otras palabras, nos encontramos ante la experiencia de la voz poética ante su propio retrato, y se refiere a él como un «cauteloso engaño del sentido», debido a que la pintura proyecta una ilusión, o bien, una representación de un momento específico del yo poético que no pertenece a la realidad, percibido a través de la vista que funge como promotora del engaño. Concluye con las siguientes aseveraciones negativas con respecto a la obra de arte: «es un afán caduco y, bien mirado / es cadáver, es polvo, es sombra, es nada» que refiere de nuevo a la realidad efímera de la imagen, objeto cuya belleza será ilustrada «con falsos silogismos de colores»; capturada en un preciso momento en el que no envejecerá junto con el sujeto retratado.
Continuemos con el soneto número 146, en donde la voz poética contrapone las ideas sobre la belleza y la sabiduría. Este soneto en particular esclarece la visión que tenía Sor Juana Inés con respecto de estos dos conceptos, pues predominan el poema. «En qué te ofendo, cuando sólo intento / poner bellezas en mi entendimiento / y no mi entendimiento en las bellezas». En los versos anteriores la voz poética le pregunta al mundo el porqué de su persecución, si ansía en mayor medida embellecer su entendimiento en lugar de concentrarse en su propia belleza física; «y así, siempre me causa más contento / poner riquezas en mi pensamiento / que no mi pensamiento en la riquezas», refiriéndose a la riqueza económica y, de nuevo a partir de la oposición, convirtiéndola en riqueza intelectual. Un concepto tangible y mundano, contrario a uno intangible y duradero a partir de la misma palabra. A continuación, rechaza también a la belleza, caracterizándola como perecedera y volátil con las siguientes palabras: «Y no estimo hermosura que, vencida, / es despojo civil de las edades». El texto finaliza a manera de conclusión de la voz poética: «teniendo por mejor, en mis verdades, / consumir vanidades de la vida / que consumir la vida en vanidades», reiterando su preferencia hacia las experiencias que ofrece la vida, en lugar de pasar la vida preocupado por los aspectos mundanos. Una vez más realizando un juego con las mismas palabras que al cambiar de posición, cambian también de sentido.
A partir del soneto 147 de esta selección se particularizan los conceptos estudiados al ser expuestos a manera de historia o experiencia. En este soneto se describe el caso de la rosa en tanto a su encanto. El objeto es dotado con las siguientes caracterizaciones: «magisterio purpúreo en la belleza / enseñanza nevada a la hermosura», ratificando el hecho de la virtud sensorial de la rosa. No obstante, los últimos cinco versos del poema están dedicados a destacar los vicios que se esconden detrás de tanta belleza:
¡Cuán altiva en tu pompa, presumida,
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida
de tu caduco ser das mustias señas,
viviendo engañas y muriendo enseñas!
En la cita anterior se muestra la vanagloria y seguridad con la que la rosa se desenvuelve, para que después pague a costa de la muerte, o mejor dicho, su castigo es marchitarse; esta es la lección que deja al mundo: pueden jactarse de su belleza mientras exista, pero es inevitable que ésta se desvanezca.
En el soneto 150 la voz poética le reclama al Hado (la voluntad de Dios) sobre los agravios que se reciben por contar con inteligencia, como si se tratara de un precio que pagar por tal virtud:
a que sólo me diste entendimiento
porque fuese mi daño más crecido.
Dísteme aplausos, para más baldones;
subir me hiciste, para penas tales;
Concluye insistiendo en los infortunios que le trajo el entendimiento: «porque, viéndome rica de tus dones, / nadie tuviese lástima de mis males», lo cual indica que la sabiduría va de la mano con el sufrimiento, debido a los prejuicios de los que carecen de ella; y, sin duda, estas acciones perjudican a la voz poética debido también a su capacidad de entendimiento.
Por último, en el soneto 165 se muestran las causas de la belleza particular de un sujeto al cual la voz poética enaltece por sus gracias y por los sentimientos que en ella provoca:
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias, atractivo,
sirve mi pecho de obediente acero […].
Se puede apreciar en esta cita la utilización de un oxímoron que contrapone la vida y la muerte. Del mismo modo, caracteriza al sujeto del poema como inexistente al describirlo como «bella ilusión» , y como «dulce ficción»; pues indica de nuevo que la belleza es únicamente aparente, no real.
Queda claro que la belleza se percibe gracias a un sentido engañoso: la mirada. Por lo tanto, no se debe confiar en aquello que los ojos consideran majestuoso, pues es simplemente una ilusión temporal. La belleza también se considera como tangible, a través de lo físico y palpable, por ejemplo, las riquezas a las que se refiere en un par de ocasiones. Del mismo modo, en estos poemas se hace hincapié en el hecho de que este atributo es efímero, pues con el tiempo va muriendo, junto con el sujeto u objeto que lo porta. Lo que puede ser juzgado como un castigo hacia la soberbia de aquellos que confían en su hermosura.
Por otra parte, el conocimiento es considerado como un atributo intangible y duradero. Mucho más valioso que la belleza y las riquezas, puesto que su valor es a nivel intelectual. Es verdadero y real, no engañoso. Debido a esto, la sabiduría no perece, y su alcance es percibido como infinito. No obstante, la inteligencia también tiene un precio, pues al ser ovacionada por unos, es despreciada por otros.
Para terminar, quiero compartir que este ejercicio de close reading fue un reto personal. Quería quitarme el miedo de leer y entender a la que es, para mí, la poeta más grande de todos los tiempos, y lo hice mediante largas lecturas y explicaciones a mí misma que se convirtieron en este ensayo. La selección que hice de los sonetos contienen, me parece, temas tanto vigentes como universales que hay que tener presentes más que nunca. Quiero pensar también que todo se resume en defender las creencias propias con la fuerza de las palabras sin que se transformen en explicaciones débiles de una misma. Por mi parte, esto entiendo y esto comparto de Sor Juana Inés, y ojalá que nunca deje de hacer ruido su mensaje milenario.
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Bibliografía
De la Cruz, Juana Inés. “145: Procura desmentir los elogios que a un retrato de la Poetisa inscribió la verdad, que llama pasión”. Obras Completas. México: Fondo de Cultura Económica, 1951. 277.
____. “146: Quéjase de la suerte: insinúa su aversión a los vicios y justifica su divertimento a las Musas”. Obras Completas. México: Fondo de Cultura Económica, 1951. 277-78.
____. “147: En que da moral censura a una rosa, y en ella a sus semejantes”. Obras Completas. México: Fondo de Cultura Económica, 1951. 278.
____.“150: Muestra sentir que la baldonen por los aplausos de su habilidad”. Obras Completas. México: Fondo de Cultura Económica, 1951. 279.
____. “165: Que contiene una fantasía contenta con amor decente”. Obras Completas. México: Fondo de Cultura Económica, 1951. 287.
Queerentena I Últimamente he pensado mucho sobre mi identidad
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El Monstruo de la Laguna Verde Ecologista de México
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