Un poema de Emilia Pesqueira.
Palabras de concreto
—la ciudad—
punto de reunión
para aquellos que quieren salir de aquí
sin irse,
para aquellos que quieren huir
—de sí mismos—
hacia adentro,
de sombras errantes
que buscan convertirse en punto
donde reunirse
—la ciudad—
el ombligo de un cuerpo
tallado en concreto,
desde donde se produce un llanto
camuflado de bullicio
donde el semáforo
en
y labial rojo
son más desafío
que advertencia
si miro hacia abajo
una huella
susurra
aquí piso un desaparecido
a un lado,
paredes convertidas en lienzo
gritan
esto significa habitar el humo
los escaparates
preguntan con su reflejo
¿a quién le pertenece ese rostro?
y piensas
como quien teme la respuesta
a mí
hacia arriba
cables
venas
nubes
suspiros
prometen un futuro.
zona en construcción
de sueños
donde estoy a salvo en una ciudad
edificada por el anonimato
de los ojos que la miran.
—la ciudad—
bosque rígido
aunque vivo
manchado de un gris
en el que caben todos los colores,
pidiendo a gritos que lo incendien
y las mujeres que lo habitan
cargan con fuego
en las manos
¿Clásico es sinónimo de literatura?: identidad y libertad en la poesía de «Chepe»
No se contratan niños sin manos
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