Dos poemas de Francisco Aguilar
Dos Poemas
He visto a mis amigos convertirse en figuras
He visto a mis amigos convertirse en figuras, y a sus
figuras convertirse en símbolos.
He visto a los símbolos volverse faros,
linternas y exterminadores de mosquitos.
He visto a los mosquitos escapar a oscuras,
con la obvia indiscreción de su zumbido,
como creyentes, o críticos, o carniceros.
He visto pocas cosas
con nitidez o con criterio,
pero bastantes para ser preciso;
y si he visto poco,
es menos de lo que podría y más de lo que es debido:
estos lentes son para encuadrar los ojos
sin que la mirada se extienda a los excesos,
pero ser mirón de oficio incluye
el compromiso de haber visto sin saber
a quién contarle lo que hay oculto
entre los símbolos de la calle a oscuras.
Un malware llamado deseo
Tenemos maestros porque
tenemos que acabar con ellos,
pero acabemos también con la colegiatura,
el aula, la matrícula y la graduación.
No se agota en el parricidio
el esperpento
que escribimos.
Los histéricos ahogados
en el alba industrial de hace
trescientos años son
nuestro reflejo de esquizos
en una revolución electrónica
que no solo lo cambia todo:
nos obliga a cambiarlo todo.
Esto nos tocó vivir, ¿qué
vamos a hacer con ello?
Asumamos el descaro
de explorar
un lenguaje poético
de Internet:
uno que nazca de él
moldeado por él,
que no salga de él sin ser
rremediablemente suyo.
Uno cuir, que explote
sus potencias internas
de máquina de máquina
para experimentar discursiva,
conceptual y materialmente
con poesía no-creativa,
no-afectiva y
no-perenne.
La revolución en la literatura es el huracán
y el poeta que se entrega
a ella
no es ya el poeta,
es la miserable hoja
arrebatada por el vendaval.
¿Cómo no íbamos a ponernos
mal? Si somos
y habitamos
en múltiples voces
desordenadas
el cuerpo sin órganos
del Soberano.
Impresionismo en una ciudad gris
Deja un comentario