Nuestras chichis hablan

Volumen Ocho

Tal vez ningún órgano ha sido cosificado como los senos -las tetas, pues- de las mujeres. Es a partir de ellos que la sociedad parece definirlas; reducidas a dos redondeces. Políticamente Incorrectas deciden descosificarlas, y las dotan de la personalidad viva, fugaz y diversa que tienen: porque sí, las mujeres no son sus tetas, ni se definen por ellas.

POR Políticamente Incorrectas
4 mayo 2020

Nuestras chichis hablan

¿En qué etapa de tus tetas estás? Nuestros ciclos corporales y de vida bien podrían fecharse con nuestras chichis: la época en la que empiezan a cambiar y nuestro mundo se pone de cabeza; la etapa en la que les agarramos cierto gusto; el momento en el que nunca creíste que pudieran crecer más y esa persona que engendras ha venido a hincharlas. ¿Acaso estás en los años en que la sociedad dice que necesitas levantarlas? O tal vez una o ambas ya no estén contigo y, en su ausencia, has aprendido que nuestros senos no nos definen. Que somos nuestro cuerpo, pero nuestro cuerpo no es lo que somos.

Para hablar de los pechos podríamos abordar la cosificación, la publicidad, la pornografía, la biología… Pero hemos decidido primero hablar de la experiencia, de la vivencia de tenerlas o haberlas tenido. Pensar en chichis casi siempre es desde el otro y, algunas veces, desde la otra.

Esta vez ellas hablaron; nos hablaron. Nos recordaron cosas que habíamos olvidado o habíamos querido olvidar; nos reprocharon a veces, nos felicitaron otras. Casi nunca estamos conformes con ellas, aunque hay hermosos momentos de reconciliación, como éste.

Nos hicieron ver que, así como ellas cambiaron, lo hicimos nosotras (y lo seguiremos haciendo). En la adolescencia éramos unas; en la juventud, la adultez y la vejez, seremos otras. Tenerlas es todo un proceso biológico, emocional, psicológico, social, político, médico, y nunca termina.

Si las mujeres somos diversas, nuestras tetas lo son más. Desde que nacemos cambian: cambian con la edad, cambian cada mes, según el día del periodo menstrual en el que estemos; cambian con la ropa; incluso con nuestra actitud.

Y desaparecen. Desaparecen en las que tienen cáncer y en las que son desaparecidas y asesinadas. Muchas tetas ya no pueden hablar, a muchas las callaron por ser libres. En esta ocasión nuestras tetas nos hablaron y nos dijeron lo siguiente.

Guapas y libres

¿Y ese milagro que nos volteas a ver? ¿Te acuerdas cuando recién aparecimos en tu cuerpo? Apenas nos escuchaste, pero te dijimos «apaga la música de Simple Plan y ponte guapa». Era nuevo año escolar. Tocaba usar el uniforme celeste, ¡qué lata! No te gustaba porque te parece un azul triste y nada peor que tu color favorito opacado. No sabías que hacer con nosotras. Había de dos: o nos escondías de las miradas con un suéter (con el calor tropical que hace allá), o las hacías notar con el bra push-up que te compró tu mamá.  El sostén te haría ver “mejor”, pensaste.

Ahora, 15 años después, te decimos que hiciste bien en ya no usar nunca más brasier. Ya eras linda y ahora sabes que todos los colores te van bien. Además, las copas que ni llenas, nos rozan y duelen. ¡Ah!, y si parecemos unas chichis separadas es porque somos como tú, siempre queriendo espacio y libertad.

Autonomía de las tetas

¡Holi!, ‘hora que andas pensando hasta lo que ya pensaste hace dos horas, ¿por qué no nos pones un poco de atención y hablamos de lo liberador que ha sido no usar brasier la mayor parte del día? ¡Llevamos un mes y esto se siente increíble!, deberías considerar hacerlo cuando todo esto del COVID–19 pase, porque va a pasar, lo prometo.

Y de paso te contamos: este par que cargas –ni muy grande ni muy chico– es una maravilla, aunque a veces sientas lo contrario. Ya sé, ya sé, dirás que cómo va a ser algo maravilloso cuando vas por la calle y sientes las miradas o cuando un hombrecito está hablando contigo y desvía la mirada. Pero aun así te lo decimos, y te lo decimos en serio: solo tú eres dueña de nosotras ¡y nadie más!

Cerritos placenteros

Siempre nos ha gustado andar por la libre, aunque hubo un tiempo en que los sostenes con relleno fueron nuestro disfraz favorito. ¡Nos hacían ver como grandes e imponentes montañas! Pero qué desgracia al caer la noche y vernos al espejo desnudas, apenas como un par de lomas. Ahora nos enorgullecemos de habitar desde siempre en este cuerpo gordo. Que nadie diga que los cerritos no gozan, nosotras alojamos historias de bocas sedientas y manos que siembran placer. Es tiempo de dejar los disfraces y, en vez de ello, florecer en este territorio-cuerpo.

Queridas y aceptadas tetas

Ya ves, no querías y aquí estás otra vez con nosotras. Qué chistoso, ¿no?, que lo que menos te gusta hablar y escuchar y tienes que oírnos. Aquí vamos: al principio no querías que creciéramos, querías jugar sin preocupaciones, correr sin que los niños vieran que algo  te rebotaba. Como sea, la pasamos bien los primeros años, ¿no? Costó un poco, pos vos sos flaca (léase con acento chiapaneco) y nosotras éramos grandes e intentabas ocultarnos. Hay algo que sigue sin conectarnos que te sigue molestando. Pero se puede arreglar, sabes que “las pérdidas siempre son buenas”.

Ahora ya te gustamos y nosotras también nos gustamos. Nos falta un poquito más, pero por ahora estamos bien. Que nos presumas cuando te sientes cómoda con ello, que hayas dejado el brasier, en serio, ¡mil gracias! Sabemos que es difícil cuando sin querer te tocamos la panza. Pero, pff, estamos orgullosas de que nos estás aceptando y queriendo.

Facetas lunares

Nos gusta cómo somos ahora, nosotras, tú, todas. Al principio fue confuso, y qué transformación no lo es. ¿Recuerdas cuando le presumiste a Fabiola nuestra irrupción? Abriste los botones de tu blusa como si fueras a mostrar un par de lunas. Pero también sucedía que, mientras nos hinchábamos, se inflamaba una absurda culpa que no venía de ti. Otras veces te enfadabas porque no éramos tan vastas como te hubiera gustado. Todo era caótico y contradictorio respecto a nosotras, respecto a ti. Ha pasado el tiempo y no somos las mismas. Nosotras tenemos una caída diferente y tú una actitud distinta: te niegas a cubrirnos, nos gozas, nos conoces, sabes cómo queremos ser tomadas y relamidas.  Hemos cambiado y has aprendido que así seguirá siendo. Somos un par de lunas con todas sus fases.

Perfectas y complementarias

Sabemos que muchas veces te hicimos sentir incómoda porque no crecíamos al ritmo de las de tus compañeras de clase. Lo entendemos bien. Eso de cumplir con estereotipos se nos enseña desde pequeñas en las novelas, en las revistas, en la escuela y hasta en nuestras casas. Pero, ¿sabes?, nos alegra ver que después de un largo proceso has aprendido a amarnos tanto como nosotras a ti y que eres consciente de que jamás deberías sentirte avergonzada de mostrarnos tal y como somos, no por los demás, sino por ti misma. De la forma que seamos, somos el complemento perfecto porque nos pertenecemos. Aunque eso sí, ahora te sientes más cómoda con nosotras, pero iré cambiando de forma y textura con el tiempo. No seas tan dura con los cambios. Mejor recuerda los tiempos de gozo, eso no terminará a menos que así lo decidas. A la única que siempre debemos gustarles, es a ti.

Y a ti ¿que te están diciendo tus tetas?

Así como a nosotras nos hablaron, sabemos que ya no queremos su silencio, nos rebelamos contra eso, nos rebelamos a no quererlas como son, escúchalas.

¡Viva la teta, vive la teta!

 

Posdata. Las tetas de ellos también sienten y hablan. Seguro viven contradicciones porque aunque no se apenan al ser mostradas, sí al ser acariciadas. 

Que la masculinidad frágil no impida gozarlas. 

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