He visto tanto Netflix que creo que mis ojos están dejando de servir

Volumen Nueve

Andrea Zuñiga nos comparte las series de televisión que la han mantenido con vida en este confinamiento; cuidado: pueden hacer que los ojos de una dejen de servir.

POR Andrea Zúñiga Vázquez
13 julio 2020

He visto tanto Netflix que creo que mis ojos están dejando de servir

Estoy mirando el mundo a través de una pantalla. Al principio de la pandemia no podía ver por la ventana porque vivía en el primer piso de un edificio detrás de un patio interior. No había nada afuera más que la bodega de un restaurante y la ropa tendida de los vecinos. Una vez a la semana salía y cruzaba la calle para ir a comprar comida. El mundo real sólo existía a través de las noticias y, en su versión falsa pero mucho más entretenida, a través de Netflix. Al día de hoy, todavía vivo en un mundo falso. Cada día lo real se convierte en algo absurdo. Mis momentos de introspección, de felicidad, de aburrimiento, son siempre frente a la pantalla. Aunque la pandemia no se ha acabado, aquí está una breve lista de reflexiones a partir de algunas series de Netflix que he visto en los últimos meses:

1. DEVS

Un martes por la noche, cuando todavía todo se sentía normal, empecé a ver esta serie que habla sobre la interpretación de los múltiples universos. Estas variaciones del universo pueden tener diferencias tan mínimas como la posición de un lápiz en un mismo escritorio o dar un paso en falso mientras caminas por la orilla de un puente o que un día, de la nada, empiece una pandemia y detenga al mundo. En esta interpretación de la realidad, todo lo que puede suceder va a suceder. Al principio ver DEVS me traía un poco de tranquilidad. Me hacía sentir mejor pensar que las cosas tal vez podían ser peor en otra versión de la realidad. La serie la veía a distancia con mi novio que estaba solo en Alemania. Pensaba en otra realidad en la que tal vez podíamos pasar esta situación en el mismo lugar. Era interesante considerar una infinidad de otras realidades, algunas mejores, pero probablemente casi igual de horribles que esta.

2. Unorthodox

Vi Unorthodox en tan solo un día y medio; no me pare de mi cama más que al refrigerador por comida. Veía la serie y pensaba que Esty de seguro ya estaba preparada para el fin del mundo. Desde el principio de su vida le enseñaron que en cualquier segundo su comunidad podría desaparecer. Ya estaban preparados para el fin del mundo porque ya lo habían vivido. De seguro Esty estaría tranquila durante la cuarentena. Los días de su vida que pasó en Williamsburg tal vez se sentían como si estuviera aislada de todo el mundo. Probablemente se sentía completamente sola. Viendo la serie también pensé en la libertad. Pensé sobre cómo Esty tuvo que salir huyendo de su comunidad en secreto para poder obtener su libertad. Yo estaba encerrada pero seguía siendo libre. Algo así. La policía que rondaba la ciudad tal vez pensaba otra cosa. Solo sabía que no estaba escapando de nada, estaba sola en mi departamento, pero era libre.

3. Bojack Horseman

Decidí terminar de una vez por todas esta serie que había dejado en standby varias veces. Creo que fue mala idea ver la última temporada de Bojack mientras estaba sola en mi departamento horrible y oscuro lejos de toda mi familia. Las dificultades por las que pasa Diane para escribir y su búsqueda constante de encontrar palabras para intentar justificar el trauma por el que pasó me atacó de forma un tanto personal. No era ideal que el mundo real se estuviera acabando mientras yo quería llorar por la vida de Sarah Lynn. La última temporada de Bojack Horseman es una montaña rusa de emociones. Al verla lo que más se repetía en mi cabeza era la idea de que las cosas pueden estar mal e incluso pueden llegar a estar peor, pero siempre podemos superarlas. Todavía no me creo que una de las series que más me ha afectado en toda mi vida es una en la que un caballo es su personaje principal.

4. The Messiah

Esta es una de las peores series que he visto. Nunca más voy a escuchar las recomendaciones de mis primos ni voy a decidir qué empezar a ver cuando estoy aburrida a las dos de la mañana. Caí en la presión colectiva de la casa de unos tíos lejanos que me sacaron de mi departamento diminuto y me dejaron vivir en su casa. En esa casa sí podía ver hacia afuera. Había aire limpio y plantas. Pensé que ALGO tenía que significar que al mismo tiempo que pude ser “libre” después de mes y medio estuviera viendo una serie que hablaba sobre Dios y la fe de las personas. Pero no creo, la verdad. Todo fue por convivir.

5. Ru Paul’s Drag Race Season 12

Pasó un mes y medio. Los números de infectados seguían subiendo, murió un conocido de la familia, un patinadero de hielo se convirtió en una morgue. La única forma en la que podía soportar ver las noticias con mis tíos era si al final del día me podía sentar en la tranquilidad de mi cuarto a sumergirme totalmente en el drama. RuPaul, junto con la existencia de Gigi Goode y Crystal Methyd, fuemi salvación durante la cuarentena. Las frases motivacionales de RuPaul me hacían sentir un poco mejor. Ver que el principal problema que se tenía que resolver era cómo mejorar tu maquillaje o cómo hacer reír a los jueces me hacía no tener que pensar en nada más por ese momento. Vivir una vida normal. Pensar solo en glitter y en qué canción irán a cantar en el lipsync. Vivir una fantasía, vivir en el drama fabricado.

6. Hollywood

Empecé a ver Hollywood porque vi que la produjo Ryan Murphy y se me ha hecho una tradición consumir todo lo que hace ese hombre. Hollywood es una serie llena de clichés, pero no me importó: lo que buscaba era familiaridad en un momento en el que todo parecía una película del fin del mundo. Es una serie que explora el Hollywood racista, misógino y homófobo de los cincuentas. Aunque no parezca algo que quisiera ver con el clima político actual, el final puede agregar un poco de optimismo a todo. Tal vez las cosas sí pueden cambiar. Hollywood es una historia entretenida para ver en tres días, sentirte bien contigo mismo y seguir con tu vida. ¿Qué más quieres en este momento?

7. The Midnight Gospel

Llegué a mi casa en Monterrey. Estuve dos semanas sola en mi cuarto, no me dejaron ni tocar a mi gato. Fue durante esos días que empecé a ver The Midnight Gospel. No puedo describir exactamente todo lo que me hizo pensar y sentir. Creo que el segundo episodio hizo que se me quitara el miedo a la muerte por un segundo. No estoy exagerando. Los personajes viajaban en un universo extraño y absurdo pero en el cuarto episodio ya estaba pensando en la importancia de vivir en comunidad, de lo horrible que es sentirse solo. Hablaban de cómo debemos cultivar nuestras relaciones y escuchar a los demás. Pensé sobre nuestra existencia, sobre cómo debemos intentar reírnos de lo absurdo que es estar aquí en este momento en la historia. Pensé en la capacidad que tenemos para reír aun cuando parece que el mundo se acaba.Y también pensé en el privilegio de poder hacer eso; privilegio de estar sentada en mi cama viendo Netflix durante la pandemia mientras hay gente afuera muriendo.

***

En retrospectiva, las series que más me han afectado han sido caricaturas: Bojack Horseman y The Midnight Gospel. Ya no me sorprende que lo que más me hizo llorar fue la vida de un caballo y las aventuras de crear un podcast en el espacio. Pienso en lo absurdo que es haber vivido todo esto. Que la primera vez que me salí de mi casa para vivir sola, conocer y viajar, el mundo amenace con destruirse en cualquier momento. Me da risa y me dan ganas de llorar al mismo tiempo. En el avión de regreso me prometí no volver a llorar por la situación. Al día de hoy no he roto la promesa.

Cada día pasan y pasan más cosas. Si esto en realidad fuera una serie ya la hubiéramos dejado de ver por lo absurdo de la trama. Nada tiene sentido, ya nada de lo que pasa parece creíble. Después de casi cuatro meses de estar inmersa en este mundo pandémico, sigo con los ojos pegados a la pantalla y pienso que me encantaría estar en algún otro mundo. Este episodio ya duró demasiado. Que despidan al escritor.

Viví gran parte de mi infancia creyendo que la historia era algo que ya había pasado y que nunca viviría un momento de impacto global. Al menos nada digno de incluir en un libro de historia. Las cosas importantes eran solo cosas del pasado. Pero ahora todo está pasando y yo estoy sentada en mi sillón en mi hora número 10 del día viendo Netflix. Afuera, en el mundo, todo lo que puede suceder está sucediendo. Lo absurdo se reproduce mientras yo cambio de episodio una y otra vez.

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