¿Qué sueñan los perros?

Volumen nueve

Un cuento de Mariana Ortiz

POR Mariana Ortiz Joachin
13 julio 2020

¿Qué sueñan los perros?

Haba es una perrita adoptada que sueña con ir al espacio. No cualquier perrita sueña con ir al espacio. Skyler por ejemplo soñó ayer que quería un pedazo enorme de ribeye, como el que su papá y yo nos comimos el sábado pasado. Haba, por otro lado, roba toda la comida y pide con sus ojos tiernos y brillantes que se le dé el último pedazo de quesadilla con shiso. Haba sueña con ir al espacio cada vez que se sienta en el balcón del departamento en el que vive, ese que está en la calle de Regina en el centro histórico de la ciudad.

Para Haba el universo no existe: todos los días son lunes o domingo o miércoles; no importa el tiempo porque sabe que algún día se irá en su nave de la NASA color gris y se pondrá un uniforme blanco con el parche que indica que es astronauta. Nadie le ha dicho que estamos en cuarentena, que hay una pandemia allá afuera. Creemos que no le importa o que sí y que simplemente no es suficiente para que ella deje de soñar. Haba es especial.

De hecho, Haba es tan especial que me puso a escribir este cuento para ella, porque dice que cuando se vaya al espacio y tenga tiempo libre, mientras no esté investigando sobre teoría de cuerdas o el infinito, quiere tener algo para leer. Entonces un día me sentó en la mesa del comedor y me dijo… no, me ladró: escríbeme un cuento. Yo no quería porque seguramente el papel en que se lo dé se le va a antojar y se lo va a terminar comiendo antes de que pueda siquiera terminar de leer la primera oración. Pero otro buen día me ladró: escríbeme, por favor, un cuento que hable de mí. Entonces fue imposible decirle que no y aquí estoy, escribiendo sobre la cama mientras ella le ladra a no sé quién en el balcón, seguramente presumiendo que un día se irá al espacio con la NASA y no tendrá tiempo de ver cómo los niños corren por la calle de Regina.

Ustedes no lo saben, pero Haba tiene tres años leyendo a escondidas los libros de física que su papá tiene en el librero. Yo no los entiendo en absoluto, pero Habita ya es doctora en leyes de Newton. Seguramente eso fue lo que hizo que saliera de la casa por la noche y se perdiera en la ciudad; que quisiera llegar a la torre de control de la NASA y no se despidiera de nosotros.

Skyler cumple años el próximo fin de semana y la fiesta que le haremos su papá y yo tiene que ver con las cosas que se le han antojado en los últimos días: un ribeye, mi calcetín, el papel del baño, los clínex sucios. Como regalo decidimos dejarle un mapa con tesoros por toda la casa para que fuera buscándolos. Al menos así no tendríamos que explicarle a dónde se fue Haba. ¿Sabrá que su hermana lleva una semana perdida?

La mañana del cumpleaños de Skyler le entregamos el mapa junto con sus croquetas matutinas y le dijimos que todo el día sería para ella, para que buscara sus regalos y se los comiera cuando quisiera. Skyler se terminó sus croquetas y tan solo se paró en el balcón. Su papá y yo, al percatarnos, le quisimos ayudar a que encontrara sus regalos: era su cumpleaños y cómo íbamos a olvidarnos de celebrar. Pero tan solo se echó a dormir en aquel balcón.

Su papá y yo no supimos qué decir, qué hacer, estábamos cansados y yo con un dolor de espalda que no me ha dejado caminar durante días. Nos acostamos con Skyler esperando que nos picara las piernas, los brazos, el estómago como cuando quiere salir a pasear. Nos quedamos mirando hacia los cables de la calle, viendo si algún día volverían a pasar los niños sin su cubrebocas, preguntándonos también si las horribles caretas de plástico se olvidarán cuando todo esto termine. ¿Terminará esto algún día?

Nos quedamos los tres bien dormidos a eso de las siete de la noche como ya es nuestra costumbre. Skyler se levantó agitadísima un par de horas más tarde, ladrándonos en los oídos para que le siguiéramos el juego, saltando casi en dos patas; no sabíamos lo que quería decirnos. Ni su papá ni yo queríamos jugar, pero abrimos los ojos de todos modos y frente a nosotros, en ese balcón, una enorme nave espacial nos estaba invitando a viajar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos similares

Perturbación Pasional

Volumen Cuatro
Escapa tu rutina con este breve relato literario.

Jaulas

Volumen Siete
Un poema por Jorge Olivera.

Brevísima nota sobre las listas de los mejores libros

Volumen Veinte20
Es materialmente imposible leer todos los libros. Julio Mejía III, con sospecha y cautela, reflexiona sobre qué implican los ejercicios curatoriales, las recomendaciones.

Volumen Cuatro
Una serie de poemas de Ecografías (Cuadrivio, México, 2019), el último poemario de Priscila Palomares.

Dos poemas (de lluvia y viento)

Volumen Cuatro
Para nuestra sección de poesía, Isabel Papacostas nos regala dos poemas de lluvia y viento.

Era del Pulgar

Volumen Uno
Con este ensayo que juega entre la prosa poética y la crítica, nuestro Director General introduce los rasgos que definen al hombre y a la mujer de la modernidad. Atrapados en la hiperconectividad, ¿a dónde…

Impresionismo en una ciudad gris

Volumen Siete
Pensar en la ciudad es algo que ha cambiado con los años. A finales de 1800 cuando Monet, Renoir, Degas y demás montaron una exposición independiente tras haber sido rechazados por el Salón de París,…

Numen o de la rebelión lingüística

Volumen Cero
Soltamos la palabra colgada en el labio, y se rompe el dique que contenía el torrente de significación: estalla la metáfora, el símbolo que corta nuestro cordón umbilical con el mundo natural. ¿Qué nos revela…

Pequeño diccionario de palabras incomprendidas

Volumen Diecisiete
Un poema de Gabriel Vidal. Este texto forma parte de los talleres impartidos por Rebeca Leal Singer de marzo 2021 a julio 2021.