El tráfico ilícito de la información personal desde las plataformas sociales es la nueva tarea de alta rentabilidad de las empresas dedicadas al marketing político cuya labor se define desde el comercio del bigdata, la compraventa de la identidad digital (boths) y la vulneración de los datos personales como la divulgación de noticias falsas, insumos esenciales que se procesan hasta convertirse en elementos centrales para el diseño de campaña como de propuestas políticas artificiales, estas basadas en sentimientos y reacciones, gustos y preferencias de los usuarios micro segmentados y geolocalizados.
La deconstrucción del algoritmo político
En la actual narrativa de la política global coexisten múltiples batallas ideológicas, si bien parcializadas, estas son auténticas y únicas de nuestro tiempo, ellas se gestan, reproducen y viralizan desde el entorno digital, tejiendo una conciencia colectiva juvenil “en tiempo real”, permitiendo un diálogo interconectado y persistente, que claramente hoy representa el mayor contrapeso al conservadurismo y la extrema derecha. La efervescencia del evidente descontento en red incluye la disputa por la equidad de género, la defensa de la naturaleza, la justicia social, el rechazo al racismo, la denuncia de los abusos autoritarios, como los escándalos políticos; lo anterior vislumbra un cambio legítimo y real en donde la conciencia social, alimentada por las voces digitales ha dado paso a que la acción colectiva transite en favor del desarrollo social inclusivo y sostenible. Hoy lo vemos marchar desde los grupos feministas en México, los indígenas de Brasil, los sectores populares en Ecuador, como en los estudiantes en Chile. Sin embargo, también coexiste otra cara que enmarca el curso de las redes sociales codificada desde el capitalismo digital, y que está en manos del “póker” de Sillicon Valley (Google, Facebook, Amazon y Apple), empresas que hoy aglutinan la mayor cantidad de recursos en el mundo: 5 billones de dólares, y un sinfín de información personal (activos intangibles de alta demanda).
Este capitalismo salvaje y desmaterializado, siguen una trayectoria depredadora con respecto a las condiciones laborales del trabajador, destrozando sus beneficios sociales, pero además hoy es el factor que atenta con el curso de los procesos políticos democráticos en el mundo. Bastaría con recordar los casos recientes de Cambridge Analytica en 2015-2016 con el robo de datos personales desde Facebook como un componente clave en la última contienda presidencial de Estados Unidos, para entender que este tipo de actividades neo extractivas han sido capaz de asechar, amordazar a las instituciones y a los procesos democráticos en el mundo en más de una ocasión.
El tráfico ilícito de la información personal desde las plataformas sociales es la nueva tarea de alta rentabilidad de las empresas dedicadas al marketing político cuya labor se define desde el comercio del bigdata, la compraventa de la identidad digital (bots) y la vulneración de los datos personales como la divulgación de noticias falsas, insumos esenciales que se procesan hasta convertirse en elementos centrales para el diseño de campaña como de propuestas políticas artificiales, estas basadas en sentimientos y reacciones, gustos y preferencias de los usuarios micro segmentados y geolocalizados.
Es alarmante que desde la industrialización de los datos se promueve además de su mercantilización (extracción y distribución), la manipulación, el espionaje, el control, la vigilancia de información personal. En nuestros días pareciera que los ciudadanos, las ideas y los políticos estén siendo programados por algoritmos cuando hablamos de la nueva nomenclatura de los nuevos gobernantes, y que las voces políticas digitalizadas, corren el riesgo a reducirse a ser momentos efímeros, emociones de corta duración, carentes de un proyecto capaz de transformar las contradicciones inherentes del sistema económico (como fue el caso de los Gilet Jaunes en Francia). ¿Es el pensamiento instintivo, emocional de los usuarios quien hoy impulsa las decisiones políticas? ¿O son las decisiones políticas las que impulsan y se alimentan de la confusión y rabia de los ciudadanos presos de la incertidumbre?
Pérdida material, desconfianza en los partidos tradicionales, terrorismo digital, miedo al extranjero, temor a la globalización, campañas de desinformación, son los elementos que permitieron construir los triunfos algorítmicos de Trump en Estados Unidos, el ascenso de la extrema derecha en Europa, como el voto a favor del Brexit en Gran Bretaña, como el golpe de estado, legitimado desde las redes sociales, por Jair Bolsonaro en Brasil. Mandatos sinónimo de corrupción, xenofobia, machismo, ponen en riesgo al planeta, los derechos humanos, como la gobernabilidad global.
El juego del miedo y el terrorismo digitalizado ha encontrado sitio desde la propagación de las fake news, en donde las redes sociales en manos del 1% de la población más rica del mundo son los responsables de la articulación de empresas que trafican identidades para canjearlos por simpatizantes. Quizá represente la forma más sofisticada de integrar tecnología al servicio del populismo, de imágenes sin contenido, de discursos vacíos, de la mentira al servicio del mejor postor. La fragilidad de las instituciones a nivel global se trascribe en la falta de confianza de parte de los ciudadanos recopilados en la web así como el desvanecimiento de los partidos políticos tradicionales (izquierda y derecha), ha facilitado el ascenso de los partidos políticos de extra derecha que hoy dominan desde la furia, la rabia y la ceguera, en una aparente nueva oleada del fascismo.
John Holloway equívocamente proponía “transformar al mundo sin tomar el poder”, hoy la ecuación social demanda recuperar la acción colectiva, la plaza pública, la voz de las mayorías oprimidas, del proyecto político desde las instituciones democráticas. Si bien el poder es parte del problema, es también la solución, no artificial, no virtual, sino concreta, en donde se requiere recuperar la coherencia política desde una necesaria recodificación del algoritmo que busque la justicia en todas sus dimensiones.
Referencias
• Ángeles Guerrero, E. (2020) Análisis de la correlación ciberespacio-política desde el realismo: El caso de las elecciones presidenciales mexicanas 2006,2012 y 2018. Rev. Mexicana de Estudios Electorales
• Irigoyen S. et al. (2018)“Datos personales e influencia política: Investigación sobre las estrategias digitales del Partido Revolucionario Institucional en 4 de sus campañas electorales recientes en México”
• “Mexico: How Data Influenced Mexico’s 2018 Election” https://ourdataourselves.tacticaltech.org/posts/overview-mexico/
• Monedero J.C. (2018) “La izquierda que asaltó el algoritmo”, Edit. AKAL
• Ramírez Gallegos, René (2020) “Dictaduras democráticas, autoritarismo neoliberal y revueltas populares en tiempos de Covid-19” CELAG
• Santos, Boaventura de Sousa (2006) “Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social”. Buenos Aires: CLACSO
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