Internet y arte: las órbitas del sol

Volumen Cero

¿Qué sería del arte en el siglo XXI sin la tecnología?

POR Ruth Armas
14 diciembre 2018

Internet y arte: las órbitas del sol

Someone is going to tell you their most personal secret…remember the real people and lives behind these words. Have a sense of humor and perspective, be understanding; have an open mind and heart.

¿Cómo sería nuestra vida sin el internet? ¿Seríamos más felices? ¿Apreciaríamos más a nuestros seres queridos?; y otra más importante: ¿cómo sería la vida del arte en el Siglo XXI sin el Internet?

Después de todo, esa red universal; esas ondas gravitacionales que nos hacen deambular por el espacio y a través del tiempo, le han provisto al arte una mayor difusión, ya sea que lo presenciemos como espectador o lo manifestemos cual creador.

El arte, mediante cada uno de sus componentes, puede transformar a las personas. No es sorpresa. Después de todo, es un medio catártico, purificador, que nos ayuda a manejar nuestras tragedias, amores, dolores; canaliza las emociones que sobrelleva una persona. Pintura o garabatos; poemas en papel o pensamientos en el aire; manifestación cualquiera, el solo hecho de externar lo vivido, es terapéutico. Hay momentos que no sabemos cómo externar de ninguna forma lo que nos encontramos viviendo. No tenemos ni idea de cómo comenzar ese pincelazo, esa letra, esa nada que nos ahoga desde adentro; pero ¿qué pasa al llegar a un museo?, ¿al situarnos frente un libro?: nos topamos exactamente una pieza artística que nos suaviza el alma y, de pronto, dejamos de sentirnos solos. El Internet ha brindado acceso universal a esos libros; y a esos museos; nos ha hecho cómplices de muchos vicios, desde luego, pero también compatriotas de virtudes artísticas: espacio para difundir ideas; para escapar. También ha eliminado ese “elitismo” de antaño que rodeaba al arte. Con el Internet, todo se encuentra al alcance de un clic: museos, libros, bibliotecas, pinturas, enciclopedias, erotismo.

Me considero apasionada por el arte: la catarsis o purificación que produce, ayuda a millones de personas por el mundo a recuperarse emocionalmente; a lidiar con problemas; a experimentar nuevas emociones; a sobrellevar la vida, pues. Sin el internet, la difusión que tiene el arte hoy en día, y el cual tiene un largo camino por recorrer, hubiese sido posiblemente imposible. Y en esta vida tan compleja, sin ese acceso rápido al arte, seríamos una especie atrapada en un vaso.

Pero no hay que limitarnos al arte bajo la perspectiva creativa. El arte apreciado como espectador de igual manera nos ayuda. Sí: el Internet nos ha alejado de muchas virtudes, pero al menos ha logrado acércanos el arte. Tanto que posiblemente ha hecho de nuestra sociedad una sociedad más abierta, empática y aceptante. Refugio emocional a los que no tienen a donde correr, ni tienen a personas con las que se pueden abrir. Recurro a una anécdota reciente en mi última visita al Museo del Hombre en San Diego: la maravilla que sentí al ver la exposición Post Secret, de Frank Warren.

El autor la ideó por una razón: había comenzado a trabajar en una línea directa (hotline) para prevenir el suicidio. Notó entonces que cuando la persona al otro lado del teléfono comenzaba a desprenderse y hablar sobre la situación que la colocaba en la posición de un posible suicidio, el acto se podía prevenir. Así, se le ocurrió crear un portal donde las personas pudiesen desprenderse de eso que las atormentaba sin sentir la vergüenza inherente que generalmente se carga cuando se revela algún secreto (no ocultaríamos algo si no nos avergonzara).

En pocas palabras, la exposición muestra los secretos en forma de postales de personas al borde del suicidio; todos, recopiladas por Frank Warren, precisamente en el Internet. Finalmente, haciendo presencia en diferentes museos de Estados Unidos.

Todavía mis ojos no habían visto nada y supe de inmediato que sería un tipo de exposición que me iba a gustar. En una pared llena de portapapeles que sostenían las postales, generalmente con una imagen relacionada al secreto, fue donde tuve un momento donde no supe cómo encontrarme emocionalmente; esa catarsis de la que hablaba, esa purificación, se materializó sin más, ahí. Había todo tipo de confesiones; unas cuantas llenas de humor negro, otras tantas sexuales, amorosas; unas tan antiguas como el miedo a quedarse solo; también había fantasías, violaciones y otras meramente triviales. Algunas causaban gracia, otras no tanto, y otras no me hacían sentir más que lástima hacia el dueño de la postal que revelaba el secreto. Sentimientos petrificados en la pared; recopilados en la Internet.

Internet y arte: órbitas de un sol, que no es otro, más que el ser humano.

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