Entre muros invisibles

¿Qué pasa con la valla metálica colocada en Palacio Nacional en la coyuntura del 8 de marzo del 2021? ¿Cómo podemos interpretar esta conversación de actos entre el gobierno más polémico y el movimiento social y político más importante de nuestros tiempos? ¿Qué nos toca?

POR Ana Quintero Avendaño
9 marzo 2021

Entre muros invisibles

¿Qué pasa con la valla metálica colocada en Palacio Nacional en la coyuntura del 8 de marzo del 2021? ¿Cómo podemos interpretar esta conversación de actos entre el gobierno más polémico y el movimiento social y político más importante de nuestros tiempos? ¿Qué nos toca?

El año pasado fui (obligada) a una conferencia1 de Mario Vargas Llosa, que se llamó «El muro que tiraron las ideas» en la que habló de ciertos «muros invisibles». Cuando escuché esa conjugación de muros que existen y nos dividen o nos impiden el paso, pero que no podemos ver a simple vista, me pareció mágica y entendí que había encontrado una herramienta que más tarde me permitiría ilustrar algo tan complejo como la experiencia material de ser mujer en México, con palabras tan sencillas. Aunque hay mujeres que enfrentan más desigualdades que otras (porque las desigualdades se suman entre sí), todas enfrentamos los mismos riesgos por el simple hecho de ser mujeres; como lo mencioné en este artículo “…cada vez que una mujer se convierte en sobreviviente de alguna forma de violencia, siente en carne propia el mismo miedo, impotencia e incertidumbre que el resto de las mujeres”.

Regresando con Vargas Llora, los muros invisibles nos sirven para nombrar aquellas barreras que nos excluyen; para poder re-poner en la discusión el hecho de que las mujeres no tenemos acceso al mundo de los hombres, y ellos no están en condiciones de poder sentir los riesgos y obstáculos que implica ser mujer. Aunque algo que no podemos perder del radar es que, si bien esta supuesta invisibilidad es por la educación patriarcal que hemos recibido, las miles de historias de víctimas de feminicidio y sobrevivientes de cada una de las distintas formas de violencia contra las mujeres siguen ahí y nos pueden ilustrar perfectamente las dimensiones del problema.

Durante la misma conferencia, Mario hace mención a un pedazo del muro de Berlín que alguien le había llevado como regalo, y que conservó en su estudio por muchos años pues representaba la libertad. Bajo esa lógica de que los muros representan cosas, ¿qué representa la valla metálica que ha sido colocada en el perímetro del Palacio Nacional?

Vallas de 3 metros de altura, alrededor del recinto donde vive y despacha el presidente de la república, no son un muro de paz como les llaman desde la comunicación oficial del gobierno; porque hablamos feminicidios, violaciones, abuso y acoso sexual, mujeres que desaparecen cada día, y un largo etcétera de agravios a los que nos enfrentamos y arriesgamos cada hora del día. No podemos siquiera nombrar la paz cuando hay una clara y violenta persecución contra la mitad de la población. Pero sí es un mensaje político e ideológico muy poderoso que le llamen paz a ignorar, excluir y alejarse de las demandas justas de víctimas (que para acabar pronto somos todas las mujeres en mayor o menor medida).

El gobierno intentó proteger un Palacio Nacional (junto con otros monumentos y establecimientos privados) de la iconoclasia que siempre ha caracterizado la parte más valiente del feminismo: las compañeras que hacen acción directa. Y en respuesta, las feministas siempre organizadas y articuladas, convirtieron esa grosería de valla en un memorial para recordar a víctimas de feminicidio y exigir la liberación inmediata de presas políticas como Kenia Hernández. Hemos visto como el lugar se llenó de cruces, flores, mantas y nombres de mujeres que dejan una vida y una historia interrumpida por un ciclo de violencia que no se merecían.

Esta conversación de hechos históricos con el gobierno de México nos enseña que, como siempre, todavía queda mucho por hacer; a los gobiernos les toca quitarse las vendas patriarcales de los ojos y escuchar con atención a las feministas, romper el famoso y dañino pacto patriarcal, y renunciar al ego de decir que están transformando México cuando nosotras seguimos expuestas a ciclos crueles de violencia; a los hombres, revisar sus privilegios, hablar con sus pares, y dejar de lucrar con el movimiento feminista; a las mujeres, seguir resistiendo para seguir existiendo y tener mucho cuidado porque los derechos que hemos heredado de las diferentes olas del feminismo son frágiles y aunque logren sostenerse en el papel con el paso del tiempo, las agendas políticas patriarcales logran imponerse y en la práctica perdemos nuestros derechos a la menor provocación.

A la sociedad en general, nos toca seguir evolucionando para poder alcanzar una paz que no sea simulada y ofensiva hacia las mujeres y niñas. Pero principalmente, dejar de subirse a la tendencia absurda de pedir que las mujeres “no dejen de luchar” porque esta lucha es dolorosa y simplemente no debería existir. El respeto pleno a nuestras vidas debe ser parte de nuestra realidad sin mayores complicaciones. El futuro no debe ser feminista, porque este movimiento es, entre muchas cosas, un grito de hartazgo, y es insostenible que nos sigan dando motivos para salir a la calle a pedir que se erradiquen las violencias. Somos millones las que ya no queremos ser feministas, pero las violencias y las resistencias no nos dejan otra opción.

***

Referencias:

MARIO VARGAS LLOSA, “El muro que tiraron las ideas con Mario Vargas Llosa”, Caminos de la Libertad, 11 de diciembre de 2019, Video de YouTube, 33:18 https://www.caminosdelalibertad.com/notas/el-muro-que-tiraron-las-ideas-con-mario-vargas-llosa

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