Senos, tetas, chichis, bubis: le hemos inventado toda formas de nombres porque creemos que los senos de las mujeres le pertenecen a todos; a una colectividad. No es así. Mafer Rodríguez reflexiona sobre lo qué sufren a diario las mujeres por el mero hecho de tener un par de senas, tetas, chichis, o bubis...como queramos llamarles.
Las tetas no son asunto público
Que si grandes, que si pequeñas.
Que si tapadas, que si muy exhibidas.
Que por qué razón no hay.
Que por qué solo hay una.
Que si ya se las operó, que si no se las va a operar.
Que por qué las exhiben públicamente mientras amamanta.
Que por qué las muestran en un acto de protesta.
Que por qué no se ha puesto implantes después de su extracción.
Que por qué no usan sujetador.
Como estos enunciados, las mujeres escuchamos –prácticamente todos los días– algún comentario sobre nuestro cuerpo, en específico: sobre nuestras tetas, senos, chichis o como quieran llamarle. Parecería que son de dominio público (es decir de todas las personas) porque si bien el nombre que nosotras les damos es decisión de cada una, las opiniones y juicios sobre ellas, no. Parafraseando una consigna feminista, “mis tetas son mías y de nadie más”. Parece obvio, pero no lo es.
Chistes acerca de nuestros cuerpos o el uso de imágenes sexualizadas y estereotipadas en la publicidad, cine, televisión o internet, cuentan con un cómplice leal: el permiso social. Mientras estas acciones no sean objeto de condenas y rechazo, difícilmente nuestras tetas dejarán de ser un asunto público para convertirse en un asunto privado.
Para ello, un ejemplo. Mientras escribía estas líneas me llegó la idea de buscar “tetas” en Google. Lo hice y obtuve 117 mil resultados en 0.35 segundos. Lo revelador es que la primera página de resultados arrojó cosas como: “tetas xxx”, “qué tetas más ricas tiene mi cuñada”; “se agacha un poco y todas las tetas de mamá al aire”; “las tetas de la vecina parece que tienen vida propia” o “videos porno tetas grandes”.
Ni qué decir de lo que ocurre en redes sociales como Instagram. Mientras las políticas de contenido no permiten mostrar imágenes explícitas, entre ellas, los pezones de las mujeres, hay cientos de millones de fotografías de dorsos masculinos desnudos, ¿por qué esta distinción social?, ¿por qué se permiten ciertos pezones y otros no?
Ejemplos como estos dan muestra de que la hipersexualización y objetificación de las mujeres también son, en pleno 2020, una pandemia. Una crisis que diariamente cobra la vida de diez mujeres en nuestro país. Sin embargo, a diferencia del COVID-19, las medidas emprendidas no han sido lo suficientemente profundas como para modificar los patrones culturales y sociales que moldean nuestras acciones en lo individual y en lo colectivo. Y no han logrado salvar aquellas vidas víctimas de la violencia machista.
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