Tan rápido nos olvidamos: racismo y coronavirus

Volumen Ocho

La pandemia del COVID-19 ha puesto bajo la lupa no solo la fragilidad humana, también la ideológica: ha disparado xenófobos por diestra y siniestra. A partir de una comparación histórica entre la epidemia del 2009, Jesús Guerra desmiente algunos mitos sobre la xenofobia detrás de las pandemias. Históricamente las enfermedades no se han esparcido en este continente por culpa ni de los mexicanos ni de los chinos: las grandes pandemias han venido de Europa y Estados Unidos.

POR Jesús Guerra
4 mayo 2020

Tan rápido nos olvidamos: racismo y coronavirus

«Los mexicanos han traído consigo la peste bubónica, la viruela y la fiebre tifoidea», escribía David Starr Jordan, expresidente de la Universidad de Stanford, hace casi un siglo. En su opinión, y la de muchos otros estadounidenses, «El campesino mexicano, que en su mayor parte nunca puede ser apto para la ciudadanía […] le está dando a nuestra estirpe una dilución mucho peor que la que vino de Europa.» Otro escritor de la época acordaba, argumentando que «desde el punto de vista sanitario [el campesino mexicano es] una amenaza. No solo no entiende las reglas de salud: al ser un salvaje supersticioso, las resiste». De esta manera los norteamericanos conectaban su propio racismo y xenofobia contra los mexicanos con supuestas preocupaciones sobre la salud pública. Estas actitudes llevaron a una campaña del estado norteamericano en contra de aquellos provenientes del territorio mexicano.

Después de que el alcalde de El Paso, Texas, le escribiera al Cirujano General de los Estados Unidos que «Cientos de mexicanos indigentes, pésimos y sucios que llegan diariamente a El Paso / indudablemente traerán y propagarán tifus a menos que se ponga en cuarentena» las autoridades fronterizas implementaron una estricta cuarentena en la ciudad.

Este era el proceso humillante por el cual pasaban todos los mexicanos entrando a El Paso: primero, se les separaba por sexo y se les obligaba a desnudarse completamente. Después los oficiales les examinaban el cuero cabelludo buscando piojos, mientras su ropa era lavada químicamente. Aquellos varones con piojos eran rapados totalmente, mientras que a las mujeres se les aplicaba queroseno y vinagre a la cabeza por media hora. A continuación, a todas las personas se les metía en duchas donde eran rociadas con una mezcla de jabón, agua y queroseno. Un oficial observaba todo el proceso, al final del cual se les regresaba la ropa lavada a los migrantes para que continuaran a una inspección médica, psicológica y de ciudadanía. Ciertas de estas medidas incluso fueron adoptadas años después por científicos Nazis en los campos de concentración en su propia campaña antisemita y xenofóbica.

Durante los meses que duró la cuarentena los oficiales fronterizos de El Paso inspeccionaron a 871,639 personas —39,620 cada semana, 5,660 cada día. Se estima que los oficiales en el Puente de Santa Fe —el punto de mayor flujo— estaban inspeccionando a 236 personas por hora —con sólo tres doctores trabajando por turno. Esto sobrepasa por mucho el número de migrantes examinados en la famosa Ellis Island en la bahía de Nueva York —donde ese mismo año se inspeccionaron a un total de 129,000 personas. Todo esto a raíz de unos cuantos —cuatro para ser exactos— casos de tifus detectados en la ciudad.

Sin embargo, antes incluso de que el gobierno americano implementara estas medidas de cuarentena en contra de la población mexicana, ya se habían encargado de repeler otra supuesta amenaza foránea: los migrantes chinos. En 1882, después de una campaña xenofóbica en contra de los trabajadores chinos en California —que acusaba a los varones chinos de propagar enfermedades de transmisión sexual—, el Presidente de los Estados Unidos firmó el Acta de Exclusión China, prohibiendo toda la inmigración de trabajadores chinos al país por 10 años. Esta fue la primera ley en limitar la inmigración basada en etnia o nacionalidad. También llevó a la creación del centro de procesamiento migratorio en Angel Island, en donde los migrantes —principalmente chinos—, llegando al puerto de San Francisco, eran examinados tanto para comprobar que tuvieran esposos o padres en el país para evitar ser deportados como para verificar que no portaban ninguna enfermedad. El proceso de inspección, como el que luego se implementaría en El Paso, fue descrito por los migrantes como brutal, humillante e indecente.

Las autoridades migratorias estadounidenses no fueron las únicas en implementar medidas antichinas o sinofóbicas. En 1903 una plaga de peste bubónica se propagó desde Mazatlán, Sinaloa, por el norte de México, eventualmente matando a 365 personas. El público y las autoridades mexicanas culparon a la población china, a pesar de que no hubo un sólo desembarco de migrantes chinos durante ese periodo. No obstante, el Congreso determinó que la enfermedad estaba conectada a la población china y decretó nuevas regulaciones migratorias, requiriendo la inspección de todos los migrantes chinos similares a aquellas implementadas en Angel Island.  Esta no sería la última instancia de violencia en contra de la población china en México. Pocos años después, en Torreón, Coahuila, el ejército revolucionario de Francisco Madero junto a la población mexicana de la ciudad masacró a la comunidad china, asesinando a 303 chinos y 5 japoneses —incluyendo a mujeres y niños. Irónicamente , así como en los Estados Unidos las autoridades médicas y fronterizas discriminaban a los mexicanos que buscaban cruzar la frontera, humillándolos en el proceso, también en México la población y las autoridades culparon a la comunidad china de traer enfermedades e implementaron medidas migratorias racistas bajo el pretexto de proteger la salud pública.

Desafortunadamente, este patrón de culpar al “otro” – el migrante – por las pandemias ha continuado hasta la época actual. Este fue el caso en el 2009 con la epidemia de Influenza AH1N1. Durante la pandemia muchos culparon a los mexicanos de haber propagado el virus ; «Así que ahora, además de la enfermedad venérea y las otras exportaciones principales de México – mujeres con bigote y enfermedad venérea – ahora tenemos gripe porcina», le dijo a sus radioescuchas el presentador de radio de Boston Jay Severin, añadiendo que «Deberíamos, en todo caso, sorprendernos de que México no nos haya visitado viruelas de tipos más diversos y serios, considerando la cantidad de delincuentes que ya están aquí.»   Esto tuvo consecuencias reales para las comunidades mexicanas en los Estados Unidos como la pérdida de clientes para negocios mexicanos. Es por eso especialmente triste ver como ahora en México se culpa a los chinos por el COVID-19. Desde memes hasta piñatas y libros es evidente que ya existe en el imaginario colectivo una fuerte conexión entre el virus y la población china. Esto es evidente en la supuesta historia del origen del virus: que proviene del platillo chino de la sopa de murciélago, a pesar de que este no es un platillo en China, y de que todavía no se ha encontrado un vínculo entre el virus y ningún tipo de comida. La historia sólo sirve para exotizar a la población china, utilizando estereotipos racistas acerca de su cultura culinaria para culparlos por la pandemia.

Pero la realidad es que históricamente las enfermedades no se han esparcido en este continente por culpa ni de los mexicanos ni de los chinos: las grandes pandemias han venido de Europa y de los Estados Unidos. Desde el primer desembarco de conquistadores y colonizadores en El Caribe, han sido los europeos quienes han traído consigo enfermedades foráneas que —junto a su campaña de guerra y explotación— causaron la muerte de millones de personas. En México, a solo 50 años de la llegada de Cortés la población indígena había pasado de unos 25 millones a solo 3 millones —gracias en gran parte a las epidemias de viruela y cocoliztli—. Similarmente la cólera, a pesar de originarse en el subcontinente indio, llegó a América por Europa, eventualmente entrando a México por medio de Nueva Orleans y cobrando la vida del 10 por ciento de la población mexicana en 1833. La nueva pandemia del COVID-19 no es la excepción: de acuerdo con los datos de la Dirección General de Epidemiología la mayoría de los casos provenientes del extranjero no venían de China, sino de Estados Unidos y España.

Por siglos las poblaciones migrantes racializadas, como los mexicanos en Estados Unidos y los chinos en México, han sido culpadas —sin fundamentos— por generar y esparcir todo tipo de enfermedades. Desafortunadamente, la nueva pandemia del COVID-19 está demostrando que este sigue siendo el caso. Aquí en México, donde hemos sido víctimas de este pensamiento cruel y racista, debemos solidarizarnos con el pueblo chino. Es momento de enfrentar nuestra propia historia de racismo y violencia en contra de la población china y darnos cuenta de que, al culparlos por la pandemia, solo estamos repitiendo patrones racistas y violentos que no sirven sino para echarle la culpa a poblaciones vulnerables en vez de a los individuos y gobiernos que son responsables del manejo de la crisis. Espero hoy aprendamos esa lección y esta vez no la olvidemos.

Fuentes

  1. Stern, Alexandra Minna. “Buildings, Boundaries, and Blood: Medicalization and Nation-Building on the U.S.-Mexico Border, 1910-1930.” The Hispanic American Historical Review 79, no. 1 (1999): 41-81.
  2. Chakraborty, Ranjani. “The dark history of ‘gasoline baths’ at the border.” Vox, 29 de julio, 2019 en https://www.vox.com/2019/7/29/8934848/gasoline-baths-border-mexico-dark-history
  3. Chang, Jason Oliver. Chino: Anti-Chinese Racism in Mexico, 1880-1940. Urbana; Chicago; Springfield: University of Illinois Press, 2017.4. Scherr, Sonia and Holthouse, David. “Extreme-right propagandists exploit fears of a pandemic flu to demonize Mexican immigrants and the Obama Administration.” Southern Poverty Law Center, 30 de agosto, 2009 en https://www.splcenter.org/fighting-hate/intelligence-report/2009/swine-flu-prompts-anti-mexican-sentiment 
  4. Wyndham, Felice S. “Coronavirus: Europeans introduced devastating novel diseases to the Indigenous Americas – here’s what the survivors learned.” The Conversation, 1 de abril, 2020 en https://theconversation.com/amp/coronavirus-europeans-introduced-devastating-novel-diseases-to-the-indigenous-americas-heres-what-the-survivors-learned-133939
  5. Camuñas Madera, Ricardo Roberto. “El Cólera Morbo y Sus Efectos Sociales, Salud Pública, y Los Cementerios de Coléricos En Las Américas.” Canadian Journal of Latin American & Caribbean Studies (Canadian Association of Latin American & Caribbean Studies (CALACS)) 38, no. 1 (May 2013): 50–64

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