Capital e Ideología: salidas colectivas desde el Sur

Volumen Doce

El 2020 ha permitido ver que quienes «más tienen, menos pagan», y que las defunciones a manos de la CoVid-19 tiene también un efecto de clase, devastador para los desposeídos, los explotados, los estratos más vulnerables. Los datos en México lo ilustran: según las cifras registradas del Subsistema Epidemiológico y Estadístico de Defunciones (SEED), el 73% de los muertos en México tenían un nivel educativo no mayor al de primaria y secundaria terminada. Es decir, la condición socioeconómica narra las condiciones de precariedad de los difuntos, que por el tipo de actividad y ante la falta de acceso a servicios de salud suficientes, los expuso sin recursos al virus.

POR Sebastián Irigoyen
11 enero 2021

Capital e Ideología: salidas colectivas desde el Sur

¿Salir de la crisis del capitalismo?, ¡más bien del capitalismo en crisis! Ya para el economista John Maynard Keynes, el periodo de la segunda guerra mundial le mostró al mundo que el capitalismo, dejado en la lógica de las élites, promovió casi su propia autodestrucción en medio de una socialización de la penuria y el caos político, económico y social. Luego de la crisis económica del 2008, el discurso dominante, que alentaba sin titubear la ética de los vicios públicos y las virtudes privadas, fue disminuyendo la fe en los mercados autorregulados, en la no intervención estatal, y en las recetas del Fondo Monetario Internacional para enfrentar una crisis (estas que obligaban en adelgazar a toda costa el gasto en la salud, la educación, y las partidas sociales para salvar a los mercados). El poder del capital, en cada ciclo crítico, no por casualidad busca el cobijo gubernamental y cambia repentinamente de discurso, de libre mercado al proteccionismo, o viceversa, cuando los periodos de prosperidad se desvanecen, cuando es necesario socializar pérdidas, cuando se caen los mitos de la “la mano invisible”, es ahí cuando el capital aclama los rescates multimillonarios desde el Estado.

¿La historia se repite? Solo bajo la premisa que Marx sostuvo: «primero como tragedia, después como farsa». Hoy presenciamos la vuelta a la anarquía del capital, de sus chantajes liberales y sus múltiples resurrecciones y capacidad adaptativa desde el extremismo, la pos verdad (fake news) que incita las pulsiones violentas, el autoritarismo, la xenofobia, el racismo. El capitalismo está exhausto de la democracia y es claro que las crisis prolongadas anuncian el resurgimiento del fascismo como alternativa plausible para los grupos de poder ante los espacios políticos y económicos perdidos.

El 2020 ha permitido ver que quienes «más tienen, menos pagan», y que las defunciones a manos de la CoVid-19 tiene también un efecto de clase, devastador para los desposeídos, los explotados, los estratos más vulnerables. Los datos en México lo ilustran: según las cifras registradas del Subsistema Epidemiológico y Estadístico de Defunciones (SEED), el 73% de los muertos en México tenían un nivel educativo no mayor al de primaria y secundaria terminada. Es decir, la condición socioeconómica narra las condiciones de precariedad de los difuntos, que por el tipo de actividad y ante la falta de acceso a servicios de salud suficientes, los expuso sin recursos al virus.

Por otra parte, la lógica de los impuestos han amparado, en su mayoría, al poder de las élites; y esto, de pronto, nos lleva a suponer que el virus quizá no hubiese tenido una tasa de mortalidad como tal, si estas tributaciones que no llegaron o que fueron evitadas por el 1% rico, hubiesen significado mayores recursos a los hospitales públicos, o mejores ingresos para las capas medias, o bien que las garantías sociales no hubiesen sido nunca la moneda de cambio para salir de «la caída libre» de la economía en 2008.

La lógica del poder del capital recae sobre el bienestar, el capitalismo sediento de tiempo y rendimiento, amplifica beneficios propagando el virus mortal de la precariedad laboral y la explotación, en donde ambas detonan las desigualdades sociales en distintas dimensiones: en los salarios, en la calidad de vida, en el acceso a una dieta balanceada, en el acceso a salud digna, etc.

El momento crítico del panorama actual nos convoca desenmascarar al neoliberalismo como una estructura hegemónica que opera desde lo ideológico. La ideología distintiva de esta representa la visión e intereses de una clase dominante (política-económica), que son desde una lectura marxista, una serie de creencias individuales condicionadas por las relaciones sociales de producción, ideas que cumplen una función social de cohesión entre los miembros de esa clase o grupo para ejercer dominio sobre los otros. Hablamos de un estrato antagónico al desarrollo compartido. La ideología neoliberal disfrazada de ciencia, o bien construida desde “objetividades espurias”, ha sido servil a intereses particulares, de percepciones y experiencias de un grupo dominante, que dista de operar desde una objetividad científica o para el bien común, que es hoy la principal adversaria a las políticas redistributivas. Tal postura pregona el privilegio sobre el derecho, misma que insiste en ponerle precio a la vacuna la CoVid-19, como a la salud, al agua, la educación, las ideas, lo recursos, a la vida. Piketty nos muestra la radiografía de la clase dominante de hoy, definida por ejemplo en América Latina, que entre el 1% más rico y el 10%, concentran el 41% y el 72% del producto total de la región, respectivamente.

Salidas desde el sur

«Las crisis son el momento de la comunidad, del grupo, del colectivo, del Estado», plantea Monedero (2020), porque si hay alternativas, y a pesar del “distanciamiento social”, las respuestas emergen desde la acción colectiva. Las manifestaciones sociales públicas o digitales aclaran que no se permiten más recortes a los niveles de vida, y los planteamientos que con urgencia se cultivan en los movimientos progresistas en América Latina desde la primera y segunda década del siglo XXI, buscan hoy día recuperar una relación equilibrada entre sociedad y Estado, en acabar con la subordinación del poder totalitario de vivir para el mercado y para el 1 o el 10%.

Porque la vacuna contra el dominio del capitalismo desde lo ideológico demanda contar con pensamiento y voz propia, con consciencia de clase, que sea coherente con nuestro origen ancestral, con el reconocimiento a todas las personas y la preservación de nuestros recursos naturales; voz e ideas que necesariamente se deben trasladar al plano político, a las prácticas culturales y simbólicas. Tratar los males de la desigualdad, la pobreza, el atraso, el rezago, el dependentismo de las ideas, que aquejan las múltiples deudas sociales ponen de manifiesto que la salida no debe buscar modernizar al capitalismo, se debe colocar, ante todo, la vida digna y plena, que incluye a la Pachamama, en el centro de la prioridad como proyecto histórico y de emancipación, tal y como lo sostiene René Ramírez (2020). Cambiar al mundo tomando el poder desde la acción colectiva y la búsqueda del bien común se presenta como condición al menos necesaria para hacerle frente a las crisis sociales, ambientales, económicas y políticas que atestiguamos con mayor atención en plena pandemia, pero sobre todo para tejer alternativas, para superar las carencias sociales y romper privilegios que este episodio ha desnudado con precisión en todas las latitudes de la región.

“El socialismo del siglo XXI”, como voz colectiva en Latinoamérica, se pronuncia para una globalización alternativa, no para regular mejor el capitalismo, sino para salir del capitalismo en crisis, y conjugar la transición y la transformación en pro de la revalorización del trabajo frente al capital, la lucha contra la pobreza, la redistribución de la riqueza para romper la concentración no solo del ingreso sino del poder político desde reformas progresistas contra las herencias y  la acumulación desmedida del capital, promover la renta básica universal como instrumento de distribución hacia la vida digna; la salud y la educación como un bien público abierto y de calidad, el impulso a la recuperación del poder económico con la economía cooperativa, comunitaria, asociativa y familiar, como planteamiento al rescate del poder ciudadano y social sobre el mercado como propuesta post neoliberal.

La disputa exige recuperar las instituciones que han operado al servicio de las élites, desde la acción colectiva, como eje imprescindible para trascender la democracia representativa y edificar una democracia deliberativa, participativa y comunitaria capaz de en superar el dominio ideológico, la tiranía  política y la metástasis económica del capitalismo.

 

Referencias

Chancel, Lucas, (2020) “Unsustainable inequalities. Social Justice and the Environment”, Harvard University Press

Monedero, Juan Carlos (2017), “Los Nuevos disfraces del Leviathán: El Estado en la era de la hegemonía neoliberal”, Akal, España

Monedero, Juan Carlos (2020), “El paciente cero eras tú: Paisajes políticos en tiempos de coronavirus”, Akal. España

Piketty, Thomas (2019), “Capital e Ideología”,  Edit. Planeta

Ramírez Gallegos, René (2012) “Izquierda y «buen capitalismo» Un aporte crítico desde América Latina”, Revista Nueva Sociedad

Ramírez Gallegos, René (2020) “Dictaduras democráticas, autoritarismo neoliberal y revueltas populares en tiempos de Covid-19” CELAG

Vercellone, C. (2009) “Crisis de la ley del valor y devenir renta de la ganancia. Apuntes sobre la crisis sistémica del capitalismo cognitivo”. En La gran crisis de la economía global. Andrea Fumagalli, Stefano Lucarellin Christian Marazzi, Carlo Vercellone. (Ed). Madrid: Traficantes de sueños.

Villoro, Luis (1985), “El concepto de ideología en Marx y Engels”, en Alberto Cue (ed.), El concepto de ideología y otros ensayos, México, Fondo de Cultura Económica, pp. 41-98.

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