Un poema de Paulina LC. Este texto forma parte de los talleres impartidos por Rebeca Leal Singer de marzo 2021 a julio 2021.
A veces necesito que mi cama me sostenga
Cuando estoy triste escribo desde mi cama,
no puedo estar sentada,
mi columna no se detiene por sí sola,
el hilo se corta.
Tengo que estar sobre almohadas,
entre más grandes mejor,
necesito dónde recargar mi cabeza,
los pensamientos se multiplican.
Y es que todos llegan de golpe
y sin presentación.
Si supiera sus nombres podría tratarlos individualmente:
“Mañana visitaré a P”
“No, no me pases más citas, estoy con X”
“Hoy puedo atender a H”
Pero si no sé quiénes son, no puedo nombrar su dolor.
¿Conoces el nombre de todo lo que existe?
¿Cómo sabes si algo dentro de mí está roto?
¿Lo escuchas?
Yo no sabría decir cómo duele el húmero,
no sé qué es, no sé donde está,
recuerdo su nombre pero no sé dónde está…
¿Cómo puedo sostener lo que no sé nombrar?
Ahí, entre las almohadas, hay pedazos de mí sin reconocer
y un instructivo en el que se lee:
Inserta la aguja por el revés del recuerdo,
es decir el lado que nadie verá,
que nadie verá….
(Y si nadie lo ve, ¿es útil tenerlo?
Pasa la aguja del frente del recuerdo hacia atrás,
cerca de donde se perforó el recuerdo en el paso anterior
y de nuevo pasa la aguja por el lado del revés
y así hasta perforar cada uno de ellos.
Poco a poco la columna regresa a su lugar.
El secreto está en no decir que es hilo lo que nos sostiene,
es tan delgado que nadie lo verá,
sal de la cama y sigue la farsa,
sigue,
la farsa.
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Este texto forma parte de los talleres impartidos por Rebeca Leal Singer de marzo 2021 a julio 2021.
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