Canciones que alguna vez busqué en Spotify

Volumen Dieciséis

Para Jeimmy Ibarra la música puede unirnos en un doble sentido: por un lado, nos permite crear lazos y vínculos con las personas con las que escuchamos ciertas canciones, y por el otro, nos permite conectar de nuevo con una y uno mismo.

POR Jeimmy N. Ibarra
6 septiembre 2021
FOTOGRAFÍA POR: VOCANOVA

Canciones que alguna vez busqué en Spotify

Desde hace un par de años he estado enfrentándome a la ansiedad. El verano de 2019 fue, en pocas palabras, complicado. No podía poner en pausa la ola de pensamientos; en las noches pensaba que si dormía no volvería a despertar; pasaba las madrugadas desesperada porque había momentos en los que no podía diferenciar qué era la realidad y qué era imaginación. Me sentía engañada por mí misma. Yo intentaba mantenerme en el mundo real, en lo que podía ver, escuchar y entender, pero mi mente me hacía dudar de todo. Era como si ya no confiara en mi propio cuerpo ni en mis sentidos.

Tomé terapia por unos meses y la situación mejoró, pero aún era una batalla descansar y salir con tranquilidad. Al inicio de 2020 me cansé de inventar excusas para no asistir a fiestas y reuniones, y perdí el temor a verme vulnerable emocionalmente. Le conté a varios de mis conocidos que estaba pasando por una situación complicada con mi salud mental y que había días en los que prefería quedarme en casa. Después llegó la pandemia, y «quedarme en casa» ya no era una decisión solamente, sino casi una obligación. En cuarentena, a pesar de tener días buenos en los que quería ir al cine o a visitar a mis amigos, en el contexto «pandémico» no era posible. En abril de 2021 decidí buscar ayuda de nuevo, porque la carga emocional era tan pesada que no podía ni levantarme de la cama.

«Gone was any trace of you, I think I am finally clean» es un verso de Taylor Swift que recordé justo el día que terminé mi proceso de terapia. Luego de mi última sesión con la psicóloga escuché varias veces esa canción —Clean—, hasta que la tarareaba sin darme cuenta. Pienso que las emociones que transmite son una forma particular de explicar cómo me siento al haberme reencontrado conmigo misma después de sentirme perdida por años.

Creo que mi relación con la música, y en especial con su aspecto lírico, con las letras, es muy cercana e íntima. Yo no veo la música como mi salvación, sino como un medio para comprender mis emociones y pensamientos que muchas veces no tienen pies ni cabeza. Con el tiempo, integro varias de las canciones que escucho a la narración de mis propias historias. Este proceso es como crear el soundtrack de una película en la que hay una playlist específica para cada memoria y experiencia.

En Spotify he hallado canciones que parecen retratar lo que viví en años pasados de una forma en que me siento identificada y comprendida. Un ejemplo es Anxiety de Julia Michaels y Selena Gomez, que estaba dentro de una playlist que me recomendó un amigo. Me pasó lo mismo cuando escuché Liability de Lorde, con una lírica que se acerca a lo que yo pensaba de mí cuando pasé por los meses más oscuros de mi ansiedad, en los que me sentía aislada y débil, cuando creía que yo era una carga para los demás y no merecía su paciencia. Esa canción me llevó a escuchar todo Melodrama y se convirtió en uno de mis álbumes favoritos.

Ahora que ya me siento segura para salir de vez en cuando pienso en cómo las canciones también me ayudan a crear recuerdos. La primera persona a la que le conté que había terminado la terapia fue a una de mis amigas cercanas. Ella pasó el verano en Monterrey y pudimos vernos para festejar mi cumpleaños una semana antes de que saliera su vuelo a Estados Unidos. Como parte de la celebración pasamos horas cantando y bailando con música de Taylor Swift. Al día siguiente, mientras escuchaba Starlight, pensé en ese momento con el verso «We were dancing like we’re made of starlight». Ahora esa canción tiene un lugar especial para las dos.

Hay ocasiones en que la música correcta para cada recuerdo llega sin tener que googlearla o buscarla en Spotify. Me pasa cada vez que puedo reunirme con mis amigas de toda la vida, y de la nada cantamos letras que ni siquiera sabemos cuándo memorizamos, pero que nos recuerdan un lugar o día exacto de nuestra existencia. En un instante y sin planearlo la música se convierte en una máquina del tiempo que nos transporta del inicio de nuestra amistad hace ocho años, hasta ahora que lidiamos con los problemas, dudas e inquietudes que trae llegar a la segunda década e ir ya en camino a la tercera.

Cuando decidí escribir este texto no solo tuve en mente las canciones que conectan conmigo, sino también aquellas que me muestran cómo es conectar con las personas. Vi la música como hilos que unen mi historia con la de mis amigas en los puntos en los que logramos coincidir. Pensé en las canciones que conozco por recomendaciones; las que narran rupturas amorosas que se parecen a las que viví y por las que sufrí un buen rato; y las que hablan de cómo es el amor y me hacen creer que algún día sentiré exactamente lo mismo.

Sobre todo, pensé en las canciones que me ayudan a comprender y sobrellevar la vida con sus días buenos y no tan buenos. Sí: tomé terapia y me siento bien. Sé que la ansiedad sigue presente, y lo confirmo en mis ratos de incertidumbre o en los días en que mis pensamientos son tantos que me drenan la energía. Es justo en esos momentos que recurro a la música para comprender lo que siento y encontrarme en el espacio y tiempo.

Creo que más allá de buscar un refugio en la música, quiero crear un refugio en mí misma a través de ella. Hoy le agradezco a mi yo de abril por haber buscado ayuda, por tomar terapia y estar comprometida con su salud mental. También le agradezco a mi yo de ahora, por tener una playlist que me ayuda a tranquilizarme cuando llega la ansiedad, y por guardar en su memoria tantas canciones que me conectan con las personas que me rodean sin importar la distancia o los años que pasen.

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