Machos al borde de un ataque: la incomodidad de florecer

Volumen Once

¿Por qué les cuesta tanto a los hombres replantearse sus modelos viriles? ¿Acaso es posible imaginar una sociedad cuyos varones no sean aquellos arquetipos que la televisión ha impuesto? Nos referimos al machito de James Bond, por ejemplo; o al pistolero de la revolución. Políticamente Incorrectas reflexionan la importancia de los nuevos modelos de masculinidad y el rol de la televisión en la construcción del modelo varonil.

POR Políticamente Incorrectas
2 noviembre 2020

Machos al borde de un ataque: la incomodidad de florecer

Señalar como «nuevas» aquellas masculinidades que pudieran ser distintas a los patrones establecidos de lo que un hombre debería ser, no es del todo acertado. Estas masculinidades han existido desde hace muchos años; lo que sí es nuevo es su discusión en el debate público, impulsado, principalmente, desde algunas de las agendas feministas y de ciertos grupos de hombres convencidos de que los efectos del sistema patriarcal y capitalista nos afectan a todas y a todos.

Los roles consistentes en ser el proveedor, de encarnar la violencia, de no expresar y reprimir sentimientos, de hacerse cargo únicamente de lo público y no de las tareas en el ámbito privado (domésticas, de cuidado) o de engrosar una lista de parejas sentimentales o sexuales, han comenzado a cuestionarse y replantearse.

Ello en ánimos de modificar las relaciones desiguales que existen entre los hombres y las mujeres y transitar hacia un mundo mucho más libre, donde cada persona —sin importar su sexo o ninguna otra característica identitaria— pueda ejercer sus derechos de manera plena y pueda ser lo que quiera ser.

Filmografía del machismo

—No son mujerzuelas esas soldaderas, a quien usted desprecia porque no las conoce…

Hasta aquí, el diálogo del general José Juan Reyes, interpretado por el actor Pedro Armendáriz en la película “Enamorada” (1945), parece que va bien. Es la época de la Revolución mexicana; el varonil, valiente, fuerte y gentil héroe se enamora de Beatriz Peñafiel, personificada por María Félix. Pero pronto se irá de nuevo a la batalla y quiere que ella lo siga. Su discurso continúa:

—…pero yo sí las conozco: son humildes y abnegadas. Y saben trabajar, sufrir y morir sin esperar nada. Nada más el cariño del hombre que quieren.

La gran mayoría de los modelos masculinos que el cine nos proyecta o son evidentemente violentos o, detrás de una aparente heroicidad, profesan un profundo machismo. Por supuesto, cada representación responde a un contexto histórico. El personaje del general, coescrito por Emilio Fernández a mediados del siglo pasado, retrató una época de la historia mexicana de la década de los años 20.

Pero 100 años después los referentes de masculinidad no han tenido grandes cambios. No al menos de raíz. El cine refleja una parte de nuestras realidades y en ese pequeño espejo seguimos mirando hombres machistas, sexistas, acosadores disfrazados del galán enamorado;, violentadores sexuales que transforman un «¡No!» en: «Tú puedes con ella, campeón». Y cuando no, en el mejor de los casos, retrata hombres confundidos que cuestionan a las mujeres para no soportar la incomodidad de hacerlo con ellos mismos.

La saga de James Bond ha atravesado seis décadas desde su aparición en 1962 y en todas ellas ha sido sexista. Incluso nos ha mostrado escenas de violencia sexual cuando en Goldfinger (1964) besa a la fuerza a Pussy Galore, la espía antagónica. En las siguientes películas parece que se ha actualizado y ha dejado ese rol, pero en realidad sigue siendo el modelo del soltero codiciado, salvador de alguna mujer y con el poder que le confiere el sistema patriarcal.

En la icónica Pretty woman (1990) el millonario Edward Lewis rescata a la pobre y bella Vivian Ward de la prostitución. Con su dinero la convierte en una mujer aceptable socialmente. En 500 Days of Summer (2009) Tom Hansen parece ser la víctima de Summer Finn y el reivindicador de los hombres que quieren un compromiso, a pesar de que ellas les dejan claro —desde el inicio— los límites de la relación; Tom se convierte en el patrono de los que se siguen preguntando mientras miran su ombligo: «Entonces, ¿qué es lo que quieren? Nadie las entiende».

En las series para adolescentes encontramos otro ejemplo escondido en un chico sensible: Clay Jensen, de 13 Reasons Why. En una escena el tímido joven no comprende por qué a su compañera de la preparatoria, Hannah Baker, quien terminará suicidándose, le molesta aparecer en la lista de las mejores partes del cuerpo de las mujeres. Ser considerada en ese listado de retazos de carne debería ser un halago.

¿Deben las mujeres indicar el camino hacia una nueva virilidad? 

Desde el feminismo se ha dejado al descubierto que el machismo es la característica básica del sistema patriarcal. Desde esta postura se ha señalado también que las masculinidades tóxicas perpetran la violencia y las desigualdades, pero que este es un trabajo de deconstrucción que los hombres tienen que hacer. También se estudia sobre cine desde y para mujeres, desde la mirada lésbica, como lo hace Sandra Sosa.

Las mujeres hacemos lo propio, pero no podemos hacer este trabajo de deconstrucción por ellos: de hacerlo estaríamos reforzando estereotipos de las mujeres abnegadas, madres y cuidadoras. No sólo eso: las feministas sabemos que los cambios reales en la subjetividad y en las actitudes deben cimbrar y atravesar a quien comienza un proceso de deconstrucción.

En ese proceso de deconstrucción deben escucharnos; deben retomar los aprendizajes del feminismo para erradicar el machismo rancio y replantearse el uso de sus privilegios en pro de una sociedad libre de violencia y justa.

Este cambio deseado de marchitar el machismo para dar paso a hombres que florecen sólo puede ser posible a través de la reeducación, de la autoconciencia, la sensibilización y el rechazo a las masculinidades hegemónicas.

Es posible pensar nuevos modelos de masculinidad. 

Un proyecto interesante es la del Instituto para el Desarrollo de Masculinidades Anti Hegemónicas (IDMAH), que cuenta con diferentes campañas —como la ya famosa #demachosahombres— que sensibilizan a hombres a través de información libre de estereotipos.

Existen también iniciativas en algunas entidades federativas como lo son los círculos de hombres que comienzan a desafiar su machismo y pugnar por modelos de masculinidad sensibles y responsables. No cabe duda de que el feminismo ha traído grandes cambios. Pero será necesario que afronten la incomodidad de la renuncia a privilegios que oprimen a otras y otros. Miles de lecturas, miles de horas escuchándonos no bastan. Lavar su ropa y llorar con una película tampoco. La molestia y el dolor de mirarse y mirar el mundo con otros ojos no es un camino lineal, como ninguna revolución lo es, pero hay que comenzar. Vaya si nosotras lo sabremos.

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