Perspectiva Alternativa: Aforismos y reflexiones

Volumen Uno

Un hilo de pensamientos que evocan a la reflexión sobre el cambio, el futuro de nosotros y el significado de pelear contra los retos de la vida en soledad.

POR Andrea Puebla Espinosa de los Monteros
9 enero 2019

Perspectiva Alternativa: Aforismos y reflexiones

Cambios

De chiquitos nos enseñaron a actuar y pensar de cierto modo, mientras fuimos creciendo y descubriéndonos, nos fuimos dando cuenta de que podíamos hacer y creer lo que mejor nos hiciera sentir, pero aun así, inconscientemente, las ideas sembradas en nuestra educación eran las que tomaban las decisiones por nosotros.

Es confuso, saber qué ideas tenemos gracias al contexto en el que nacimos, cuáles hemos adoptado por admiración a otros y cuáles son naturalmente nuestras. Es difícil saberlo cuando nunca nos hemos cuestionado, cuando no sabemos por qué pensamos lo que pensamos y por qué somos como somos.

Se vale cambiar de opinión, movernos y conocer personas que piensen y actúen diferente, tener amigos que no compartan todas nuestras opiniones; hablar con los que representan un reto para nuestras convicciones, porque solo al abrir la mente hacia otros, nos conocemos verdaderamente.

Nuevas experiencias son nuevas oportunidades, por eso exponte, vete, conoce y opina; explora y cambia de ideas y si ninguna te convence, inventa nuevas, porque las mentes cerradas no llegan a ningún lado y, a nosotros, de chicos nos enseñaron que estamos hechos para llegar a todos lados.

 

Una escuela de vida

Siempre me ha gustado la idea de fundar una escuela digna de educar a las futuras personitas; esas que decidirán qué pasa después, cuando nosotros ya no estemos.

Una escuela que dé las bases para construir un camino, donde le den a sus alumnos el método y los medios para el éxito, al mismo tiempo que se les presenten las consecuencias positivas —en caso de usar esos medios de la mejor manera—, y las consecuencias negativas —en caso de no sacarles provecho—, donde cada personita pueda comparar y elegir qué es mejor.

Un lugar donde el estudiante decida ser quien es, donde su éxito dependa de sí mismo, y no del miedo a reprobar o del cumplimiento de una obligación impuesta por el superior.

Una escuela donde los alumnos formen parte de algo más grande, donde les enseñen a ser solidarios. Una donde se practique todos los días el respeto y la formación personal y moral.

Esperando algún día encontrar el tiempo y los medios para hacerlo, me encontré redactando estas palabras sobre la escuela que me gustaría fundar… una escuela de vida.

Se me olvidó

Tenía un amigo que tenía la idea de que estando solo los malos momentos pasan rápido…

Le pasaban cosas que lo cansaban, lo entristecían, lo desgastaban, y nadie lo entendía. Nadie estaba viviendo lo mismo que él. Entonces no lo explicaba porque igual no lo iban a entender, dejaba de esforzarse; creía que no valía la pena. Lo iba acumulando solo.

Poquito a poquito se fue hundiendo hasta que le dolía el pecho y era demasiado el peso en sus hombros, lo único que quería era dormir, dejar que pasara. Así que se encerraba sin ganas de hacer nada ni ver a nadie.

Sus amigos insistimos bastante, pero después de sus respuestas negativas lo dejamos en paz… Hasta que me di cuenta: al querer dejarlo “solo en paz”, hice todo lo contrario, lo deje “solo en guerra” contra él mismo. Y así aprendí que aunque todos tenemos problemas, hay personas a las que se les dificulta mucho más lidiar con ellos.

Se me olvidó decirle que los malos momentos pasan más rápido cuando te rodeas de las personas correctas. Cuando las dejas quererte, cuando escuchas lo que tienen para decirte y te das cuenta de que esos comentarios vienen de las personas que solo buscan lo mejor para ti.

Se me olvidó decirle que él no estaba exagerando; que si me explicaba yo tal vez podía entender, se me olvidó decirle que lo extrañaba y que sabía que él también se extrañaba.

Se me olvidó que yo podía ayudarlo; se me olvidó que era muy fácil; se me olvidó y me acordé muy tarde; me acordé cuando el dolor en su pecho fue demasiado y no quiso seguir, cuando ya ni siquiera podía pedirle perdón; me acordé hasta que la culpa y la tristeza de haber perdido a un amigo, me recordaron que se me olvidó.

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